lunes, 27 de febrero de 2012

Hablar en público o no hablar en público, that's the question!

El pasado sábado fui invitada por Alfonso Freire, director de la agencia Ludica7, a participar en Compostweets, el II Encuentro Anual Social Media en Galicia.
Mi "misión" era presentar a Nela Bernal, periodista y autora del blog A Fervenza do Sur. Como expertos en Social Media hay muchos y ponencias enjundiosas más, encaré mi breve presentación de la forma que mejor sabría hacerlo, es decir, teatralizándola un poco para, por una parte mostrar mi faceta teatral a la audiencia, y por otra, ayudar a crear un ambiente distendido y agradable para allanar el terreno a mi compañera Nela y su original propuesta.

No seré yo quien entre a valorar el encuentro, del que disfruté mucho, ni las ponencias o las propuestas presentadas - todas tenían algo interesante - sobre todo porque ya hay muy buenas valoraciones de personas que ya tienen su rodaje en estas lides, léase por ejemplo la de @serantes en Serantes and cia que me parece muy acertada y de sentido común, o la de mi ya querida amiga twitera @afervenzadosur con su Excitante punto C
El resto de la jornada, resultó ser de lo más interesante desde mi perspectiva actoral porque vi grandes profesionales de la escena, otros de los que apenas me acuerdo ahora (por algo será) y otros a los que quisiera olvidar ayudar para que no vuelvan a pasar tan mal rato...  Y como algunos me habéis pedido consejos para próximas ocasiones, os daré unos pequeños apuntes para que os ayuden.
Es verdad que no es fácil subirse a un escenario como dice @pumarola, y en este sentido me merece todo el respeto del mundo el que lo hace, pero no es tan difícil, digo yo, ensayar un poco en casa y que algún amigo te escuche y te diga los tics que tienes y te ayude a eliminarlos. Por la sencilla razón de que si no lo haces, tendrás al público pendiente de tus tics y no del mensaje que quieres comunicarles o del negocio que quieres venderles. Valga un ejemplo: Si yo quiero venderte una web de jamones y quiero que te fijes en las fotos de los jamones que estoy proyectando, no tiene sentido que esté mirando a la pared lateral cada 10 segundos porque el público acabará mirando la pared con insistencia para saber por qué me fijo tanto en ella. ¿Conseguiré que alguien se fije en los jamones? NOOOOOOO.
Harina de otro costal es el tema de la dicción, en esto la gran mayoría tiene sus cosillas... Veamos dos cosas fundamentales a tener en cuenta:
- Si los micrófonos están muy altos, aléjate un poco, sobre todo si tu tono de voz es alto o silbante, evitarás romper los oídos del público. Si están muy bajos, acércate a ellos y habla en un tono adecuado para que se te escuche correctamente. Nadie del público se te va a abalanzar cuchillo en mano porque preguntes primero qué tal se te oye...
- Si tu tono de voz es monótono, repite en casa tu ponencia marcándote en tu guión las subidas y bajadas del tono en el fraseo, marca los interrogantes, recalca los datos que quieras destacar y pon marcas a las frases que más te importa que el público capte. Un buen truco es grabarte a ti mismo en audio/video y escucharte varias veces, tú mismo te darás cuenta de lo que se puede mejorar. Es una pena que ponencias interesantes se queden en un aburrimiento total porque he hablado en tono monocorde durante toda la exposición.
Espero que la próxima vez que subáis al escenario, os preparéis un poco antes o pidáis consejo.
No obstante, nadie nace enseñado y todo el que subió a la palestra, merece mi aplauso simplemente por echarle un par y tirar "palante".
Y gracias a todos y cada uno de los que participásteis en Compostweets2012 porque yo también aprendo de vosotros.

domingo, 19 de febrero de 2012

MAMÁ, QUIERO SER ARTISTA

Cuando una siente que el teatro es lo que verdaderamente le llena en la vida y siente que es sólo en el escenario en donde se siente libre y encuentra en ello su esencia y su ser, llega un momento en el que una debe enfrentarse a veces a su familia y decirles la famosa frase Mamá, quiero ser artista.
Muchas veces no es fácil hacerles ver que la interpretación es verdaderamente importante para una ¿qué hacemos entonces? Mi opinión es que es un camino que hay que ir recorriendo poco a poco. Es cierto que es una vida muy sacrificada, que el mundo del teatro es un mundo muy competitivo, que muchos se quedan en el camino, que requiere mucha preparación, que una - en realidad - nunca termina de formarse aunque pase toda la vida en un escenario. Los actores deben esforzarse no sólo en prepararse sino también en demostrar que están hechos para ello y también, hay que decirlo, deben ser honestos consigo mismos y descubrir más pronto que tarde cuáles son sus potenciales y cuáles sus limitaciones.
No todo el que adora el teatro está hecho para él. Muchos tiran la toalla porque sienten que no llegan, muchos sucumben a las críticas antes de tiempo. Otros en cambio, siguen su camino como hormiguitas y se preparan, investigan nuevos aspectos del trabajo actoral, se toman el tiempo de formarse en expresión corporal, en esgrima, en equitación, en danza, en técnicas clown, en commedia dell'arte... y con tesón, sin salirse de su objetivo, pasan toda su vida haciendo teatro y acaban demostrando a su familia que la interpretación es su vocación y su oficio y que para ello viven.
No importa quién te acompañe en ese largo camino, ni mucho menos importa la fama o que no llegue nunca la ocasión de que te llame un gran director; si verdaderamente te gusta interpretar, lo harás. Bien en un grupito de barrio o bien con una gran compañía.
¿Qué importa la fama? ¿Tú no quieres ser actriz o actor? Pues sal a escena y demuéstralo!


jueves, 2 de febrero de 2012

Mi primera vez en escena o cuando te entra el veneno del teatro. (Dedicado a Juan León Fabrellas).

Quiero contaros cómo fue la primera vez que me subí a un escenario.
Dicen que la primera vez nunca se olvida y, si ello es cierto para otros aspectos de nuestras vidas, no lo es menos para el teatro.
En mi caso, todo empezó con esa ilusión adolescente y con muchas dificultades y contratiempos. Corría el año 1985 - ya ha llovido, ya - y en el instituto en el que yo estudiaba había un ambiente cultural muy vivo y surgió el empeño por formar un grupo de teatro estable. Teníamos a nuestro favor un gran director de escena, mi querido Juan León Fabrellas, y una jefa de estudios que creía en nuestro proyecto. En cambio, en nuestra contra estaba el propio director del instituto y una total falta de recursos. Dado el elenco y el interés del grupo decidimos poner en pie nada menos que "La casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca. Trabajamos duro todo el curso para meternos en la piel de nuestros personajes. Mi papel fue el de Martirio, la hermana fea y "contrahecha" enamorada en secreto del futuro marido de Angustias, la mayor, y amante de Adela, la menor de las hermanas.
Con dos focos prestados por el ayuntamiento, una mesa vieja y sillas de la abuela de una de las actrices, vajilla y cubertería rescatada de algún baúl mohoso y, por todo vestuario, unas faldas negras rudimentarias y zapatillas de esparto negras compradas con dinero del bolsillo de la jefa de estudios. Las camisas blancas las pusimos nosotras mismas...
Unas horas antes del estreno se nos explotó uno de los focos, el sonido no funcionaba y los nervios estaban de punta. Recuerdo que incluso nos fuimos a comprarle una varita mágica a nuestro director que estaba el pobre para darle un ataque. Antes de salir a escena estuvimos calentando la voz, maquillándonos y peinándonos unas a las otras y a pocos minutos de abrir el telón, respiramos hondo y ¡adelante!
Al escuchar mi "pie" me temblaba hasta el pensamiento pero, una vez en el escenario, sentí al público muy receptivo y me sentí segura de quién era. Poco a poco fuimos creciendo en escena y el pulso entre nosotras iba haciéndose uno sólo. Era magia pura. Y llegó el final trágico y el silencio conmovido de la audiencia, el mejor medidor de que habíamos comunicado lo que pretendíamos.
La sala rompió en aplausos y el subidón fue tal que estuve con dolor de cabeza toda la noche.
Aquel estreno fue la antesala de lo que luego sería el Grupo de Teatro Óscar Martín.
El veneno del teatro había entrado en mis venas y ese mal ya no se cura jamás...